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Markolino, te están buscando (capítulo 4)

Estos dos eran realmente buenos. Y aunque no podía decirse que eran amigos porque la verdad era que se trataba de personas con visiones de la vida diametralmente opuestas, si era claro que juntos querían llegar a hacer grandes cosas en el mundo de la música. No solo el viejo Hechavarría aceptó a Markolino como su discípulo, sino que además buscó a Sally para hablarle del potencial que el adolescente tenía y de la importancia de darle licencia para empezar a ensayar a diario, aun si tenía que descuidar los deberes de la escuela o las tareas de la casa. La respuesta de la madre fue contundente: “si esto lo aleja de los malandros del barrio, entonces todo habrá valido la pena. Aun si después no sale con nada como el papá, que también se creyó el cuento ese de que se puede vivir de tocar un instrumento”. De otro lado, la situación de Ismael se empezaba a poner difícil, debido a que sus padres se dieron cuenta de que el camino de la música —y por ende el de la bohemia de artista— era una op

Markolino, te están buscando (capitulo 3)

Su primer amigo fue Ismael, y gracias a él, la música pudo apoderarse de sus buenos momentos. La primera vez que Markolino vio a Ismael Miranda fue en Tompkins Square Park, una calurosa tarde de verano de 1964. El paradisiaco parque —abierto en una zona pantanosa para conmemorar a un vicepresidente de los Estados Unidos que seguramente nunca paseó por dichos parajes irregulares— había sido escenario de sangrientas batallas entre la policía de la ciudad y cientos de inmigrantes provenientes de distintas partes de Europa, que con ocasión del desempleo y el desabastecimiento de mediados del siglo XIX, lucharon desesperados por encontrar un lugar digno para existir en el Nuevo Mundo. Resultaba curioso que aun cuando el tiempo pasara, la zona seguía siendo un enclave de discriminación y dificultades para los que habían decidido dejar sus madres patrias y así buscar mejor suerte en la tierra de las aparentes oportunidades, entre los que se encontraban estos dos niños de sangre latina. El pa

Markolino, te están buscando (capítulo 2)

Loisaida . Yo soy del barrio, mi socio, ese soy yo. El Lower-East-Side era, para 1959 —cuando Markolino era ya un niño largo y desgarbado—, una espesa amalgama de clase obrera pobre, culturas migrantes, y en general poblaciones históricamente marginadas. Y pareciera que siempre había sido así, que se trataba de un eterno retorno. Primero fue la tribu Lenape de Rechtauck —así le llamaban a la zona desde el principio de los tiempos—, desplazada sin miramientos por los puritanos holandeses que llegaron raudos, en el siglo XVII, a ejercer su supuestamente sagrado derecho de colonización para fundar la nostálgica “Nueva Ámsterdam”. Luego, cuando ya había blancos de cuellos colorados que se creían estadounidenses, fueron los granjeros negros que habían adquirido una incipiente libertad los que tuvieron que salir corriendo para proteger sus vidas, pues el avance del “progreso” que representaba la ciudad los había convertido en foco de sospecha y ataques racistas. Con el tiempo, y gracias a

Markolino, te están buscando (capítulo 1)

Un día más en la tienda de pianos, para tratar vender pianos. Un día más cargando con la ansiedad de llegar a tiempo a su lugar de trabajo a través de la Interestatal 80 —que conectaba la enorme San Francisco con la modesta Oakland— para no ser regañado por el puto jefe que le daba para comer. Un día más resbalando sinuosamente por el eterno embudo que era la monstruosa autopista, con sus blancas líneas perfectamente impregnadas en el gris asfalto, que siempre trataban de imponerle a todo el mundo para donde ir y cómo evitar meterse en líos con la policía. Y como de costumbre con las chatarras rodantes que siempre había tenido que manejar Markolino a lo largo de su vida, el angulado Ford Fairmont modelo 78 —color azul petróleo— ya empezaba a echar gases, avisando que se estaba quedando sin agua: que se seguía muriendo, lentamente pero a paso seguro. “Dale, sólo un poquito más y llegamos”, pensaba angustiado, sabiendo que ese giro a la izquierda por la salida 56 era tan poco como para c

El gol de Freddy

Estábamos en vacaciones de mitad de año del colegio, y el plan no podía ser mejor; luego de veintiocho años, Colombia volvía a un mundial de fútbol. Para nosotros, niños de ocho, seis y cuatro años, era el primer mundial en el que Colombia participaba, de modo que casi que era el primero de la vida entera. El primer partido, en el que nuestro equipo se enfrentó a la enigmática selección de Emiratos Árabes Unidos, lo habíamos visto en la casa con nuestro padre, absolutamente seducidos por ese ambiente de fiesta en el que se hacían cábalas sobre los resultados de los partidos, se oían canciones alegóricas al “equipo de todos” -cómo olvidar Colombia Caribe del maestro Zumaqué, o Fiesta del Grupo Raíces-, y se cambiaban las “monas” del álbum -nosotros teníamos el chiviado, no el Panini, pero aun así disfrutábamos bajar al parque a buscar las que nos faltaban. Luego del partido contra la agónica selección de Yugoslavia -que unos muy pocos años después se fraccionarían en una gran cantida

El AVAL del nuevo hospital

A continuación me permito reproducir la entrada que ingresé el día domingo, 21 de junio de 2015, a mi blog Desmarcado en el diario El Tiempo. Debido a una decisión editorial de la redacción, esta entrada fue removida de forma unilateral en la tarde de ayer, debido a que según el criterio de dicha redacción, se generaba un conflicto de intereses con uno de los accionistas del medio. Juzguen ustedes si eso es así. ------------ No sobra decirlo, Luis Carlos Sarmiento Angulo se merece el homenaje que, como reconocimiento a los logros de toda una vida de éxito profesional y generación de riqueza, le hicieron en días pasados sus colegas de la banca colombiana. El Grupo AVAL, gran emporio financiero que comanda y que hoy en día no sólo está al frente el mercado nacional sino que se ha expandido a buena parte de Centro América, surgió y se consolidó gracias a su visión y trabajo arduo. Sin duda, uno de los personajes más influyentes del país, hasta el punto de que cada vez que algu

Sentencia hito que restituye tierras, cancela títulos mineros y contratos de concesión, y desatará la furia de las multinacionales mineras

Por considerarlo de suma importancia para el devenir del país, a continuación se incluye el link para acceder al contenido de la sentencia 007 de 23 de septiembre de 2014, proferida por la Sala Civil Especializada en Restitución de Tierras del Tribunal Superior de Antioquia. Por medio de esta decisión judicial, se ordenó restituir 50.000 hectáreas a la comunidad Emera Katío en el Chocó, que actualmente son objeto de contratos de concesión minera a favor de empresas nacionales que a su vez son subsidiarias de grandes multinacionales del sector extractivo. En esa medida, dichos contratos y títulos fueron declarados como nulos, por lo que seguramente vendrán acciones legales a nivel internacional por parte de dichos inversionistas extranjeros. Todo está por decirse, pero este es, en mi opinión, el inicio de una nueva batalla por la paz duradera del país, que se adeantará en los estrados judiciales. http://www.verdadabierta.com/restitucion-de-bienes/5454-benefician-a-los-embera-kati