Markolino, te están buscando (capítulo 4)
Estos dos eran realmente buenos. Y aunque no podía decirse que eran amigos porque la verdad era que se trataba de personas con visiones de la vida diametralmente opuestas, si era claro que juntos querían llegar a hacer grandes cosas en el mundo de la música. No solo el viejo Hechavarría aceptó a Markolino como su discípulo, sino que además buscó a Sally para hablarle del potencial que el adolescente tenía y de la importancia de darle licencia para empezar a ensayar a diario, aun si tenía que descuidar los deberes de la escuela o las tareas de la casa. La respuesta de la madre fue contundente: “si esto lo aleja de los malandros del barrio, entonces todo habrá valido la pena. Aun si después no sale con nada como el papá, que también se creyó el cuento ese de que se puede vivir de tocar un instrumento”. De otro lado, la situación de Ismael se empezaba a poner difícil, debido a que sus padres se dieron cuenta de que el camino de la música —y por ende el de la bohemia de artista— era una op